martes, 18 de marzo de 2014

¿Alguna vez se han preguntado porque viajamos tanto? Mientras otros no se quieren mover de su sitio. En mi caso, creo que viajo porque me gusta el movimiento, estoy en la búsqueda de nuevas sensaciones y aprendizajes. Pero hay momentos en que agota. Sí, el viaje puede llegar a ser cansado. Ahora mirando la hermosa luna llena, recuerdo los pasos de mis viajes anteriores y me invade una sensación de nostalgia y melancolía. Cada vez que veo la luna me pongo así. Algunas veces creo que mi mente vuela demasiado, mientras que debería pisar tierra. En realidad, estoy segura que mi mente se eleva por distintos mundos que hacen que todos los pensamientos lleguen a la vez a mi cabeza. Como un torbellino. Otras veces quisiera detenerme y solo quedarme de pie, mirando como las cosas se mueven, observando el mundo pasar. Hoy me encuentro en esos días, en que soy consciente que el mundo sigue girando asi yo no haga nada. Es una sensación algo extraña. El mundo no me necesita para girar, y sin embargo, soy parte importante del mundo en este momento, creando un sentimiento extraño para los demás, pero muy necesario para mí. Ojalá mañana me sienta mejor...

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