martes, 30 de agosto de 2011

Sueños

Tuve un sueño muy extraño.
primero soñé que estaba en un edificio, y paseaba por las habitaciones. Había diferentes personas, la mayoría mujeres jóvenes, pero no identificaba a ninguna conocida. Seguí subiendo y llegué a la azotea. Allí vi a un hombre que me llamó la atención, pero el bajó inmediatamente.
Luego vi como de las paredes de la azotea brotaba agua como si se hubieran roto las tuberías, y en ese momento bajé hasta el primer piso y tome a mis dos perritas para salir a la calle. Llamé a mi familia y salieron mis papas, mi hermano, mis hermanas (que no viven conmigo) y hasta mi abuela. No había nadie mas en la casa.
Recuerdo que cuando tomé a mis mascotas, dejé deliberadamente mi celular y mi dinero, porque pensé que no iba a necesitarlos.
Nadie sacó nada de mi casa, excepto el auto de mi hermana que estaba estacionado en el garage.
Todos salimos y nos pusimos de frente, mirando como todo el edificio de mi casa se desvanecía y se hacía polvo, sin que nadie se exaltara o entristeciera. Era como si tuviera que pasar...

Analizando dicho sueño, creo que es momento de salir de mi casa, dejar el nido, aventurarme sin preocuparme por el dinero o las cosas materiales. Al final, mi gran viaje debe empezar y no ser solo virtual. Una vez que tenga el dinero para empezar, lo iniciaremos...

miércoles, 24 de agosto de 2011

Coincidencias

Coincidir: Dicho de dos o más cosas: Ocurrir a un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias. (Real Academia Española).

Esa mañana desperté y abrí mi facebook. Como siempre, leí las actualizaciones por azar, y entre ellas, alguien publicó un anuncio sobre un perrito atropellado en la vía expresa de la Av. Grau, y pedía ayuda. Yo tenía que ir a dicha avenida para encontrarme con una persona en la universidad. Coincidencia N 1.

Como tenía que ir vestida muy formalmente, me arrglé y salí de mi casa. Tomé el colectivo y bajé en el paradero de la universidad. Oh, sorpresa! Debajo de la escalera de mi paradero, había un perro parecido a un siberiano, deambulando, aunque parecía de buena salud. Coincidencia N 2

Subí las escaleras apurada, y entré a la universidad. Cuando llamé a la persona para avisarle que ya había llegado, me dijo que había tenido que salir y no ibamos a poder encontrarnos. Se disculpó y yo salí al paradero.

Cuando bajaba las escaleras pude ver que en el lugar donde estaba el perro, había otro más, echado, quizás durmiendo; sin embargo, el primer perro que ví, parecía querer moverlo con su nariz y el otro no lo hacía. Parecía que no podía moverse. Tuve el presentimiento que dicho perro estaba herido o que por algo no se podía mover. Llegué a estar segura de eso.

Pero me di cuenta que el lugar donde estaban, no era fácil de llegar y sola no iba a poder mover a ambos animales. No sabía que hacer. Podía tomar el colectivo e irme a mi casa, y olvidar todo. Se pasó uno y otro y yo seguía ahí parada. No sabía que hacer. Pensé pedirle a algún muchacho que me ayudé, pero dudé al pensar que me ibana tildar de loca. Quería que pasara algún conocido, pero comencé a pensar que era imposible. No vivía ni trabajaba por ahí. Hasta pensé en pedir ayuda a una pareja que parecía discutir, pero no lo hice. Pasaron 10 largos minutos, que se hacían lentísimos.

Cuando ya me di por vencida y regresaba a mi paradero original, alguien me saludó. Era un señor de mi ex-trabajo y me conoció cuando aún era estudiante y hacía mis práticas. Trabajaba al frente de mi al universidad. Me reconoció y saludé. Se alegró de verme. Le pregunté si tenía tiempo, y me dijo que unos minutos para su ingreso, mientras le contaba de los perritos. Coincidencia N 3

Hasta ahí no estaba segura que fueran los mismos perritos de la noticia. Bajamos juntos debajo de la escalera y los vi. El más grande siberiano daba vueltas alrededor de la otra perrita (después me di cuenta que era hembra) y la estaba empujando para que se levante. Parecía que ella no podía moverse, así que la cargué para sacarla de dicho lugar hasta el inicio de las escaleras. Era mediana, pero pesaba regular. Luego el señor la cargó para subirla a la calle y le expliqué que pensaba llevarla donde una amiga veterinaria para ver que podía hacer. La gente nos miraba sorprendida que salieramos con un perro cargado. Subimos y tomé el taxi. El otro perro, que parecía estar sano, nos siguió hasta que la metí al taxi. Me despedí del señor y el se fue a trabajar.

Ya en el taxi, le conté al conductor lo que había pasado, y se sorprendió. Me dijo que parecía que estaba con ropa de trabajo y porque había llevado a ese perro. Le dije que ya me regresaba a mi casa cuando lo ví, por eso lo hice. Y que no podía dejarla ahí.

Una vez en el veterinaria, la doctora la evaluó. Era muy viejita, tenía un tumor mamario, no tenía dentadura, y no movía las patas traseras, pero le llamó la atención que no estuviera sucia, ya que al arrastrarse debería ensuciarse. Supuso que la inmovilidad debía de ser reciente, ya que tampoco veía signos de atropello ni golpe. Me dijo que tenía que hacerle varios exámenes pero que por su pronostico y su edad, no iba a soportar una operación, si la necesitaba. Pude notar en la cara de ella y los otros veterinarios, mucha pena por ella. La otra opción era hacerla dormir, ya que por su edad y estado, no iba a ser adoptaba fácilmente.

Decidí llevarla a mi casa y ver como evolucionaba, pero ella no quiso comer ni tomar agua. A duras penas se movía. Al fin, tuve que hacerla dormir

Dudé mucho de mi decisión ¿hice bien en traerla? Siempre me respondo que sí, que al menos, no alargué su sufrimiento. La imagino en las noches en ese lugar que la encontré, sin poder moverse, muriendo lentamente de hambre y sed, y espero haber tomado la mejor decisión.