viernes, 2 de julio de 2010

El último lugar del mundo

Viajar hacia el sur del mundo es muy inspirador y poético, sentir que uno va llegando a las partes más australes de este planeta, puede despertar aun más nuestra curiosidad. Vivirlo, es en realidad mucho más que eso.
Conforme vamos acercándonos al sur, van cambiando muchas cosas, desde la geografía y el clima, hasta la actitud de las personas.
Muchas veces oí una frase que indica que mientras más alejado se vive de los trópicos (es decir más alejado de los climas tropicales), más fría es la conducta de las personas. Nada más alejado de la realidad! Conforme iba viajando hacia el sur, me encontraba con gente igual o más amable de la que encontraba en el pueblo anterior. Esto se llevó a concluir, para mi alegría, que dicho mito al menos para mí no se hizo efectivo.
Pero si hay algún factor geográfico que identifique al pueblo sureño, es la cercanía con la Cordillera de los Andes y su gran identificación con ella. Ya por ser un hermoso paisaje que puede ser visto desde la mayoría de las casas en invierno, o como símbolo histórico de la proeza emancipadora de Don José de San Martín.
Y otro elemento distintivo también es su mar, el cual no es solo un elemento geográfico o económico, sino representa también un lugar ideal donde la familia entera puede vacacionar. Un lugar de paz y tranquilidad para los paréntesis de la vida diaria.

lunes, 28 de junio de 2010

Años viajeros


El tiempo que dura un viaje pueden ser desde días, semanas y meses, y a veces años. Mientras recordamos el gran viaje de la vida, también recordamos el paso de los años.
Cuando durante el viaje no sentimos el paso del tiempo, es que lo estamos pasando muy bien, dicen algunos, y puede ser cierto. Y cuando nos ponemos a pensar en eso, es recién cuando nos percatamos del tiempo transcurrido.
Las personas que más disfrutan del viaje de la vida, son aquellas que viven menos pendientes del reloj, o en este caso, del calendario. El tiempo avanza siempre más rápido desde la última vez que lo hicimos. Cada vez que recordamos algo, vamos avanzando por el camino del tiempo.
Dicen también que sería injusto que pase el tiempo (o envejecer) sin ganar experiencia, y esa es una de las cosas que permiten el viaje: aumentar nuestras experiencias para poder disfrutar el momento presente.
Los años como viajeros no son notados por algunos de nosotros. Solemos pensar que nuestros años se van perdiendo mientras transcurren, cuando en realidad se mantienen y nos brindan grandes alegrías cuando los recordamos. Tratemos de recordarlos siempre que nuestro almanaque personal, aquel que tenemos colgado en nuestro interior. Intentemos recordar que son los años viajeros los que nos dan vitalidad para seguir adelante.
Mañana cumplo un año viajero más, y estoy muy agradecida por eso...

domingo, 2 de mayo de 2010

A veces


A veces nuestros viajes deben acabar antes de lo planificado. A veces los caminos que tomamos nos llevan por momentos que no nos imaginamos y todo debe dar una voltereta. A veces no sabemos el que nos tiene planificado el destino. A veces no sabemos hacia donde vamos ni donde terminaremos. A veces estamos tan cerrados en alguna idea, que no volteamos a ver las otras. A veces pensamos que el mundo va a parar por nosotros, y es cuando nos damos cuenta, que pase lo que pase, el mundo sigue girando. A veces, deseamos regresar a nuestro lugar de origen, sin saber que nos espera. A veces el viaje tiene momentos alegres y algunos pocos tristes. A veces nos gustaría que el viaje nunca se acabe. A veces las cosas pasan por algo. A veces debemos recordar quienes somos, ya que solemos olvidarlo. A veces vamos por el camino equivocado. A veces vamos por el camino correcto, y nos equivocamos al dejarlo. A veces nunca encontramos el camino correcto. A veces la vida da vueltas (y muchas). A veces las señales nos avisan que lo que debemos hacer. A veces olvidamos quienes somos, por ser parte de un todo. A veces las cosas no salen como las soñamos. A veces tomar el camino equivocado nos ayuda a encontrar en correcto. A veces nunca se encuentra el camino correcto. A veces tengo miedo de equivocarme. A veces estoy contenta de estar viajando. A veces me gustaría regresar. A veces me gustaría nunca partir. A veces me gustaría alcanzar mi sueño. A veces me gustaría encontrarme con otros viajeros. A veces debemos tomar decisiones muy rápido. A veces queremos huir. A veces queremos ir corriendo tras los sueños. A veces huimos de los sueños. A veces viajamos sin rumbo. A veces regresamos sin querer. A veces el rumbo se elige en el camino. A veces se hace camino al andar. A veces los lugares más sorprendentes son aquellos que nadie ha visitado. A veces debemos vencer nuestros temores. A veces debemos conversar con nosotros mismos. A veces debemos equivocarnos. A veces queremos ir más allá de todo. A veces no queremos movernos de la cama. A veces necesitamos estar solos. A veces necesitamos un compañero de ruta. A veces debemos dejar algo en este mundo. A veces debemos descansar para siempre.

viernes, 5 de marzo de 2010

Nuevos habitats


Para un viajero, cada día es una nueva aventura por descubrir y disfrutar.
Cada momento captado en una foto o en nuestra mente, va a ocupar un lugar especial en nuestra vida.
Pero que pasa, cuando uno decide establecerse en una ciudad, que es la suya, pero que te brinda muchas condiciones que terminan por convencerte de quedarte. Si bien es cierto que eres un viajero, el tener que conocer el ritmo de vida y las costumbres del nuevo lugar, te termina convirtiendo en parte del todo. Te adopta como un nuevo integrante del habitat y tú adoptas costumbres que nunca imaginaste.
Así como el viajar puede ser un estilo de vida y necesita de determinación, el formar parte de un nuevo habitat, también será un conocimiento que iremos adquiriendo mientras se da. Nadie puede enseñar a adaptarte a un lugar, aunque claro que te pueden ayudar.

Estoy comenzando a experimentar todo esto en una ciudad nueva para mí, e iré contándoles como me va en esta nueva ruta del gran viaje de mi vida.