lunes, 21 de noviembre de 2011

Adicciones

Analizando mi viaje, me di cuenta de cual es mi razón para viajar, era buscar algo siempre fuera de mí, buscaba la felicidad allá afuera.
El tener un trabajo que me diera dinero, no era suficiente; tener una pareja que me repita lo linda que soy y buscar la aprobación de los demás, tampoco. Es decir, buscaba que el exterior me diera la confianza y el amor que no encontraba dentro de mí.
Y si terminaba la relación o si me aburria de mi trabajo y lo dejaba, esa era la causa para deprimirme y caer en el fondo de un hoyo. Tantas veces en mi viaje repetí este esquema que me volví adicta al sufrimiento.
Si, existe la adicción al sufrimiento, el sentimiento de victimizarse y querer que los demás tengan lástima de uno. Asi uno se libera de la responsabilidad de levantarse, y deja que sean los demás los que lo ayuden. Otra vez buscando la respuesta afuera. Nunca dentro de mí.
A pesar de haber viajado por muchos lugares y creer que esta forma de vida es genial, el problema era la verdadera razón para partir: huir de mis problemas y buscar "algo" siempre afuera.
Lei una vez que todas las respuestas se encuentran dentro de nosotros. En realidad el mejor viaje que alguien podría hacer esa hacia el interior de si mismo. Si.
Estoy segura que este será el mejor viaje de mi vida. Encontrarme conmigo misma, con esa niña que se siente sola, porque nunca la acompañé, nunca me acerqué a abrazarla cuando estuvo triste, nunca la escuché cuando me decía: no lo llames o no dejes que te humille. Y claro, al ser tan indiferente con ella, dejé que se alejara, justo cuando la más la necesitaba.
La vida es un gran viaje, pero debería ser un gran viaje hacia el interior de nosotros mismos. Amarme a mi misma es la misión más importante que tengo en la vida, y quizás la más dificil. Pero no imposible...

miércoles, 19 de octubre de 2011

Yo, Luna

Lo había olvidado, pero desde niña siempre tuve una fascinación por el cielo y las estrellas. Solía pasar noches tirada en el techo de mi casa intentando ver en el gris cielo de mi ciudad, alguna constelación.
Lo único que podía distinguir era la hermosa Luna, siempre cambiante durante los 28 días que dura su ciclo. Siempre tuve una conexión personal con ella, ya que podía mirarla y mirarla todo el tiempo que quisiera. Ella era mi confidente y su luz me iluminaba mientras le contaba mis cosas.
También me gustaba ver la Cruz del Sur y muchas otras estrellas más, y siempre quise aprender más de ellas.
Desde niña, sentía la misma curiosidad que sintieron muchas personas de culturas milenarias, las cuales bajo el mismo cielo se hacían las mismas preguntas y querían obtener todas las respuestas.
Ahora, mi interés por los astros ha renacido y siento mucha necesidad de aprender y conocer más sobre un tema que ha sido interés de los humanos por millones de años, y aún asi no se ha podido comprender del todo.
El cielo es infinito así como el conocimiento, y el tener este interés re-descubierto en mí, me hace mirar hacia lo alto e intentar aprender lo más que pueda de él.
Este viaje hacia lo infinito es increíble, la sensación que me acompaña es genial y espero poder aprender cada día un poquito más.

martes, 30 de agosto de 2011

Sueños

Tuve un sueño muy extraño.
primero soñé que estaba en un edificio, y paseaba por las habitaciones. Había diferentes personas, la mayoría mujeres jóvenes, pero no identificaba a ninguna conocida. Seguí subiendo y llegué a la azotea. Allí vi a un hombre que me llamó la atención, pero el bajó inmediatamente.
Luego vi como de las paredes de la azotea brotaba agua como si se hubieran roto las tuberías, y en ese momento bajé hasta el primer piso y tome a mis dos perritas para salir a la calle. Llamé a mi familia y salieron mis papas, mi hermano, mis hermanas (que no viven conmigo) y hasta mi abuela. No había nadie mas en la casa.
Recuerdo que cuando tomé a mis mascotas, dejé deliberadamente mi celular y mi dinero, porque pensé que no iba a necesitarlos.
Nadie sacó nada de mi casa, excepto el auto de mi hermana que estaba estacionado en el garage.
Todos salimos y nos pusimos de frente, mirando como todo el edificio de mi casa se desvanecía y se hacía polvo, sin que nadie se exaltara o entristeciera. Era como si tuviera que pasar...

Analizando dicho sueño, creo que es momento de salir de mi casa, dejar el nido, aventurarme sin preocuparme por el dinero o las cosas materiales. Al final, mi gran viaje debe empezar y no ser solo virtual. Una vez que tenga el dinero para empezar, lo iniciaremos...

miércoles, 24 de agosto de 2011

Coincidencias

Coincidir: Dicho de dos o más cosas: Ocurrir a un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias. (Real Academia Española).

Esa mañana desperté y abrí mi facebook. Como siempre, leí las actualizaciones por azar, y entre ellas, alguien publicó un anuncio sobre un perrito atropellado en la vía expresa de la Av. Grau, y pedía ayuda. Yo tenía que ir a dicha avenida para encontrarme con una persona en la universidad. Coincidencia N 1.

Como tenía que ir vestida muy formalmente, me arrglé y salí de mi casa. Tomé el colectivo y bajé en el paradero de la universidad. Oh, sorpresa! Debajo de la escalera de mi paradero, había un perro parecido a un siberiano, deambulando, aunque parecía de buena salud. Coincidencia N 2

Subí las escaleras apurada, y entré a la universidad. Cuando llamé a la persona para avisarle que ya había llegado, me dijo que había tenido que salir y no ibamos a poder encontrarnos. Se disculpó y yo salí al paradero.

Cuando bajaba las escaleras pude ver que en el lugar donde estaba el perro, había otro más, echado, quizás durmiendo; sin embargo, el primer perro que ví, parecía querer moverlo con su nariz y el otro no lo hacía. Parecía que no podía moverse. Tuve el presentimiento que dicho perro estaba herido o que por algo no se podía mover. Llegué a estar segura de eso.

Pero me di cuenta que el lugar donde estaban, no era fácil de llegar y sola no iba a poder mover a ambos animales. No sabía que hacer. Podía tomar el colectivo e irme a mi casa, y olvidar todo. Se pasó uno y otro y yo seguía ahí parada. No sabía que hacer. Pensé pedirle a algún muchacho que me ayudé, pero dudé al pensar que me ibana tildar de loca. Quería que pasara algún conocido, pero comencé a pensar que era imposible. No vivía ni trabajaba por ahí. Hasta pensé en pedir ayuda a una pareja que parecía discutir, pero no lo hice. Pasaron 10 largos minutos, que se hacían lentísimos.

Cuando ya me di por vencida y regresaba a mi paradero original, alguien me saludó. Era un señor de mi ex-trabajo y me conoció cuando aún era estudiante y hacía mis práticas. Trabajaba al frente de mi al universidad. Me reconoció y saludé. Se alegró de verme. Le pregunté si tenía tiempo, y me dijo que unos minutos para su ingreso, mientras le contaba de los perritos. Coincidencia N 3

Hasta ahí no estaba segura que fueran los mismos perritos de la noticia. Bajamos juntos debajo de la escalera y los vi. El más grande siberiano daba vueltas alrededor de la otra perrita (después me di cuenta que era hembra) y la estaba empujando para que se levante. Parecía que ella no podía moverse, así que la cargué para sacarla de dicho lugar hasta el inicio de las escaleras. Era mediana, pero pesaba regular. Luego el señor la cargó para subirla a la calle y le expliqué que pensaba llevarla donde una amiga veterinaria para ver que podía hacer. La gente nos miraba sorprendida que salieramos con un perro cargado. Subimos y tomé el taxi. El otro perro, que parecía estar sano, nos siguió hasta que la metí al taxi. Me despedí del señor y el se fue a trabajar.

Ya en el taxi, le conté al conductor lo que había pasado, y se sorprendió. Me dijo que parecía que estaba con ropa de trabajo y porque había llevado a ese perro. Le dije que ya me regresaba a mi casa cuando lo ví, por eso lo hice. Y que no podía dejarla ahí.

Una vez en el veterinaria, la doctora la evaluó. Era muy viejita, tenía un tumor mamario, no tenía dentadura, y no movía las patas traseras, pero le llamó la atención que no estuviera sucia, ya que al arrastrarse debería ensuciarse. Supuso que la inmovilidad debía de ser reciente, ya que tampoco veía signos de atropello ni golpe. Me dijo que tenía que hacerle varios exámenes pero que por su pronostico y su edad, no iba a soportar una operación, si la necesitaba. Pude notar en la cara de ella y los otros veterinarios, mucha pena por ella. La otra opción era hacerla dormir, ya que por su edad y estado, no iba a ser adoptaba fácilmente.

Decidí llevarla a mi casa y ver como evolucionaba, pero ella no quiso comer ni tomar agua. A duras penas se movía. Al fin, tuve que hacerla dormir

Dudé mucho de mi decisión ¿hice bien en traerla? Siempre me respondo que sí, que al menos, no alargué su sufrimiento. La imagino en las noches en ese lugar que la encontré, sin poder moverse, muriendo lentamente de hambre y sed, y espero haber tomado la mejor decisión.



martes, 19 de julio de 2011

Nunca viajas solo

Esa frase la oi muchas veces, pero nunca la entendí. Hasta que en medio de mi viaje se cruzó un ser vivo que nunca pensé que cambiaría mi forma de ver la vida. Me refiero a una perrita.
Sí, en medio del gran viaje, se me cruzó una perrita cachorra de raza mediana, completamente blanca, tan linda como asustadiza. Llegó de la nada y nunca supe si tenía dueño o no, pero desde el día me acompaña en mi gran viaje. Su nombre es justamente WIFI, ya que está pero nadie sabe de donde vino. Definitivamente nunca mas estuve sola en mi viaje, al voltear siempre veia una larga cola agitandose hacia mí.
Ese pequeño animal supo sacar cosas buenas de mí y hacerme conocer un poco más. En realidad logró que abra bien los ojos a algo que nunca me había dado cuenta: la gran cantidad de perros (y otros animalitos) abandonados en las calles. Y sobretodo, la gran cantidad de perros que nacen solo para sufrir y que mueren incluso luego de una agonía.
Ver en la ciudad esta realidad te golpea muy fuerte y a la vez te hace reaccionar.
A veces no nos damos cuenta por lo agitado del viaje que hay seres más indefensos que nosotros agazapados debajo de un árbol o en medio de la vereda. Muchos les temen por considerarlos peligrosos y hasta agresivos, pero es que estos animalitos ya perdieron la confianza en el ser humano.
Ojalá podamos mirar cada vez que tengas tiempo, pero mirar bien y darnos cuenta cuando un animalito está a nuestro lado. Y si podemos darnos una oportunidad y adoptar a las mascotas abandonadas de la calle, no se van a arrepentir.
Adoptar una mascota es de lejos mejor que comprar.
Si lo haces nunca más volverás a sentirte solo en tu viaje. Siempre habrá alguno que quiera viajar contigo. No te niegues esa oportunidad.